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No Tires La Toalla

Ser un buen estudiante también es equivocarse

marianap 12 octubre, 2016 Tu vida en el Bachillerato

ser un buen estudiante también es equivocarse

¿Alguna vez has sentido que no tienes permiso de fallar? ¿Que tus padres y tus profesores esperan que todo lo hagas bien a la primera sin importar qué? ¿Alguna vez te has sentido tonto por equivocarte?

Para entrar en confianza, yo voy primero: siempre he sido un tronco para bailar y como en la primaria estaba en una escuela de puras niñas, para mí era una eterna pesadilla. ¡Les encantaba hacer coreografías!, y muchas veces era obligatorio. Recuerdo que yo me hacía chiquita al fondo del salón porque nadie me quería en su grupo. Era vergonzoso.

También tengo una letra espantosa. Yo digo que es porque soy zurda, pero me daba muchísimo coraje cuando un profesor decidía revisarnos los cuadernos, porque los míos estaban sucios y eran incomprensibles. Siempre me calificaban mal por eso, aunque me supiera todo; simplemente tenía manitas torpes.

Y ni hablemos de las manualidades. Cada 10 de mayo debíamos darle un regalo a nuestra mamá hecho por nosotras mismas. Mi pobre madre tenía que fingir alegría cuando le regalaba un servilletero mal pintado o una bolsa mal cosida. Recuerdo que en una ocasión la maestra, compadecida de mí, decidió llevarse mi regalo a su casa para acabarlo ella misma. Imagínense.

Bueno, y todo eso qué, dirán. Pues que hoy en día nos enseñan que tenemos que hacer todo bien y a la primera y que, si no es así, es porque somos unos incompetentes que nunca triunfarán en la vida. Grave error. La verdad es que nadie nace sabiendo, y hay cosas para las que simplemente no somos buenos.

Los errores, así como la frustración que nos generan, son esenciales para madurar, para saber quiénes somos, reconocer nuestras limitaciones y aprender a aprender. Es decir, a caernos y a levantarnos. Por eso, no hay nada más dañino que el miedo a equivocarse.

Pongamos un ejemplo. ¿Alguna vez has intentado aprender otro idioma? Sólo si estamos dispuestos a balbucear soniditos que no entendemos ni imitamos bien, podremos aprender a hablar algo nuevo. En cambio, si nos paraliza la idea de hacerlo mal y no estamos dispuestos por nada del mundo a pararnos enfrente un salón a hacer una exposición en nuestro mal inglés (o japonés o lo que sea), entonces es bastante improbable que lo aprendamos alguna vez. En otras palabras: es fundamental atrevernos a hacerlo mal para, a partir de eso, poder mejorar.

Sin embargo, nadie nos dice eso. Por el contrario, lo más común es encontrarnos con compañeros, profesores o incluso padres que se dedican a desalentarnos, que nos hacen ver lo mal que lo hacemos o lo desubicados que estamos. Y encima el mundo nos exige muchísimo: no sólo nos tiene que ir bien en la escuela, también es importante que no parezcamos unos ñoños; tenemos que saber qué queremos estudiar saliendo de la prepa y cumplir en todos los ámbitos de nuestra vida: social, familiar, romántico… ¿Y así quieren que no fallemos?

Ser un buen estudiante a pesar de los fracasos

A continuación, algunos secretos que pueden ayudarte a vivir más tranquilo, incluso si te equivocas.

  1. Nadie tiene idea de lo que está haciendo. En serio. El chico popular de tu escuela también se siente inseguro y le da pánico quedar en ridículo; tus papás podrán fingir tener todo bajo control, pero en realidad les preocupa no estarlo haciendo bien; los nerds de la clase le han agarrado el gusto a la escuela, pero eso no significa que no haya materias que les cuesten trabajo. En otras palabras, todos nos equivocamos y tenemos duda, sólo que muchos lo esconden. Si entiendes eso, verás cómo se te quita un peso de encima: sí, a veces las cosas te van a salir mal, pero eso no te hace estúpido, sólo te hace humano.
  2. El éxito tiene que ver más con terquedad que con talento. ¿Quién dice que yo no pude haber sido una bailarina profesional? Bueno, quizá me estoy yendo demasiado lejos, pero si le hubiera echado ganas, estoy segura que al menos bailaría decentemente en la actualidad. La gente con talento nato es más escasa de lo que creemos, la mayoría sólo son buenos (así, a secas), pero les apasiona lo suficiente para intentarlo e intentarlo hasta que les sale. ¿Sabías que Steve Jobs fracasó muchas veces antes de que Apple tuviera el éxito que tuvo? Incluso lo corrieron durante algunos años de su propia empresa.
  3. Muchas veces, en el defecto está el efecto. ¿Sabías que Michael Phelps, el nadador que ha ganado más medallas olímpicas en la historia (28 en total) padece escoliosis? También Bolt, el gran corredor jamaiquino. Pero fue justo su enfermedad la que los hizo fortalecer los músculos de la espalda, para compensar la desviación de su columna, lo que les ayudó a ser los deportistas que son. A veces tu “desventaja” puede ser incluso una ventaja. Los artistas plásticos saben eso y a menudo, cuando se “equivocan” en una pintura, usan su equivocación a su favor, haciendo que les quede una obra mucho más viva que la que les hubiera quedado. Equivocarse también puede ser una bendición.
  4. Al equivocarte, también aprendes cuál es la forma correcta de hacerlo. Imagínate que te piden resolver un problema de matemáticas que no sabes hacer, te pones a inventar los resultados y por un azar del destino les atinas y sacas diez. Por un momento te sentirías fenomenal, pero luego te encontrarías en medio de un problema: no sabrías cómo replicarlo, porque en el fondo no sabes resolver el problema. En cambio, si te corrigieran y te dijeran exactamente en qué te equivocaste y por qué, podrías entender y decir “ah, claro”, de forma que para el siguiente examen estarías más preparado. Si te equivocas, habrás aprendido algo en el camino y tendrás más probabilidades de hacerlo bien la siguiente vez.

Así que pierde el miedo a equivocarte y ponte a ensayar en las cosas en las que “no eres bueno”. No importa si te dicen que no tienes madera para hacerlo, si te ha ido siempre mal haciendo eso, o si no estás seguro de poder. ¿Qué es lo peor que puede pasar?

ACERCA DEL AUTOR

marianap

Mariana Pedroza tiene pocas certezas en la vida, pero una de ellas es que le gustan las palabras; por eso da clases, cuenta cuentos, escucha a los demás profesionalmente (es psicoanalista), lee y escribe un montón. Le gustan tanto las palabras que a veces dan ganas de ponerle un masking tape en la boca, pero qué le vamos a hacer. Desde niña fue muy ñoña y por eso le emociona escribir en este blog, porque así puede pasar todos los tips que se le ocurrieron en sus años de estudiante sobre cómo agarrarle saborcito a la escuela. Le caen muy bien los jóvenes, de hecho, cuando da clases en prepa siente que tiene más cosas en común con sus alumnos que con el resto de los profesores. En sus ratos libres es una hippie sin remedio.