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No Tires La Toalla

¿Existe la escuela perfecta?

marianap 26 octubre, 2016 Tu vida en el Bachillerato

¿Existe la escuela perfecta?

Durante toda la secundaria y la preparatoria me hice esa pregunta: ¿Existe la escuela perfecta? Y es que, por mudanzas principalmente, yo solía cambiarme mucho de escuela; de hecho, mi secundaria la pasé en tres escuelas, todas súper distintas.

Primero estuve en una escuela de monjas ¡de puras mujeres!; después en una escuela súper liberal en donde todo era un verdadero relajo; por último, en una escuela con gran prestigio académico en donde me traían cortita y mis compañeros me trataban muy mal.

¿Se imaginan el contraste? Yo no me hallaba en ninguna parte y cada vez que llegaba a una nueva escuela, me sentía como si fuera una extraterrestre: no entendía muchas de las reglas, ni muchas de las actitudes de mis compañeros. Tan sólo mi transición de la escuela de monjas a la hippie liberal fue apabullante: no entendía las bromas y era la ñoña que pedía permiso para todo.

No obstante, con el tiempo entendí que no existe tal cosa como una escuela perfecta. Cada una me dio algo distinto, y era valiosa a su manera.

La escuela perfecta

Así que, si tú detestas tu escuela y crees que todos tus problemas se arreglarían si estuvieras en una escuela más grande, una con profes más comprensivos o una más parecida a Six Flags, aquí te van algunos puntos a considerar que te pueden ayudar a reconciliarte con tu escuela.

Control. Los que van en escuelas en las que los tienen bien vigiladitos, se quejan muchísimo, porque parece que no pueden ni estornudar sin que la dirección intervenga. Yo doy clases en una escuela así y es impresionante, la escuela interviene hasta en conflictos que sucedieron fuera de la escuela. Sin embargo, al mismo tiempo, es una escuela en la que hay muy poco bullying. ¿Por qué? Porque saben que habrá consecuencias. Puede parecer chocante, pero nada más ponte a pensar qué cosas podría hacer la escoria del salón si no tuviera límites, y te darás cuenta de que no es tan malo.

Ahora bien, del otro lado están las escuelas liberales. Los alumnos suelen quejarse mucho menos de este sistema, pero también presentan mayor número de faltas, de materias reprobadas y de hostigamientos entre los estudiantes. Si estás en un sistema así, sabes que hay ventajas y desventajas: tendrás más oportunidades para divertirte y planear ocurrencias con tus compañeros, pero al mismo tiempo tendrás que aprender algo difícil vía ensayo y error: a ponerte tus propios límites. Pero si lo logras aprender, estarás más preparado para ser prudente en el futuro; recuerda que a veces uno sigue las reglas no porque tenga que, sino porque de verdad tienen sentido.

Tamaño de la institución. Nunca estamos conformes con lo que nos tocó. Las personas de las instituciones chicas se suelen quejar mucho cuando ven que hay escuelas con instalaciones mucho más grandes y, en consecuencia, con mayor oferta de actividades. Y sí, claro que parece el sueño de todos: una escuela que tenga alberca, cancha de futbol y de básquet y laboratorios súper sofisticados.

Y es verdad, estar en una escuela grande hace que tengas una gran posibilidad de actividades extracurriculares y de formas de esparcimiento. Además, hay tanta gente, que siempre parece que puedes conocer a gente nueva. Si estás en una escuela así, sácale provecho. Pero ojo, eso no significa que si estás en una escuela más chica las tienes todas de perder. No, las escuelas chicas también presentan sus ventajas.

Entre menos alumnos sean, tienen posibilidades de aprender mejor, ya que la atención es más personalizada. En las escuelas en las que las generaciones son de veinte personas, todas acaban hermanadas, como si fueran una gran familia. Se conocen a profundidad, aprender a perdonarse cuando hay conflictos (no pueden simplemente cambiar de amigos), y aunque sean muy distintos entre sí, logran aceptarse y convivir. Ese aprendizaje de comunidad difícilmente se logra en una escuela demasiado grande.

Si ese es tu caso, mi consejo es: ¡disfrútalo!, ya habrá otros momentos de la vida en los que puedas conocer a mucha gente nueva. Además, siempre puedes buscar actividades fuera de la escuela.

Compañeros. Dos de cada tres adolescentes que odian la escuela (lo digo a ojo de buen cubero) la odian porque no se llevan bien con sus compañeros; porque los molestan, porque no tienen amigos o porque sienten que son diferentes a ellos.

Por algo dicen que la adolescencia es la etapa más difícil, pues es una etapa de búsqueda de identidad, en donde hay muchos cambios. Uno de ellos, es que estamos cambiando de círculo social: ya no nos importa tanto qué dicen nuestros papás, pero sí que nos importa qué dicen nuestros amigos. Por eso, las amistades tienen un rol tan fundamental en la escuela, y también por eso es tan complicado cuando nos sentimos rechazados o somos blanco de burlas.

Sólo recuerda que en toda escuela hay gente de todo tipo, aunque a veces no lo parezca tanto. Rotos para los descosidos, listos para los ingeniosos, alegres para los divertidos. Se trata sólo de darse la oportunidad e intentar convivir de veras con la gente que tienes alrededor.

Al final, la verdad es que la escuela perfecta no se encuentra en ningún colegio, municipio, estado o país del mundo. Tú mismo puedes decidir el tipo de escuela que quieres tener, dependiendo de la actitud con la que te presentas cada día, la manera en que convives con tus compañeros, y cuánto le sacas provecho a tu institución.

ACERCA DEL AUTOR

marianap

Mariana Pedroza tiene pocas certezas en la vida, pero una de ellas es que le gustan las palabras; por eso da clases, cuenta cuentos, escucha a los demás profesionalmente (es psicoanalista), lee y escribe un montón. Le gustan tanto las palabras que a veces dan ganas de ponerle un masking tape en la boca, pero qué le vamos a hacer. Desde niña fue muy ñoña y por eso le emociona escribir en este blog, porque así puede pasar todos los tips que se le ocurrieron en sus años de estudiante sobre cómo agarrarle saborcito a la escuela. Le caen muy bien los jóvenes, de hecho, cuando da clases en prepa siente que tiene más cosas en común con sus alumnos que con el resto de los profesores. En sus ratos libres es una hippie sin remedio.