DERECHOS RESERVADOS 2015 COMIPEMS, MÉXICO
Cada quien tiene su materia innombrable, la piedrita en el zapato del semestre. Pero todo cambia cuando dejas de verla como un trámite o un obstáculo y la abrazas como un verdadero aprendizaje que algún día puedes utilizar.
Les voy a contar una historia. Era un día gris y lluvioso, y yo estaba más deprimida que nunca en mi vida: mi novio me acababa de cortar, estaba batallando con un trastorno alimenticio, mi tía estaba en el hospital, y encima me habían rechazado para un trabajo que quería.
Andaba tan sensible que, esa tarde, cuando me fui a inscribir y vi que el próximo semestre llevaría Metodología de la investigación, me eché a llorar desconsoladamente.
Nunca falta la persona que es buena en todo y que adora cada una de sus clases. Si tú eres una de ellas, felicidades, la escuela será menos complicada para ti. Pero la verdad es que son las menos, y el resto de los mortales tenemos una o varias materias que se nos complican un montón, o que simplemente nos chocan.
“¿Y para qué diablos me va a servir esto si no tiene nada que ver con la carrera que quiero estudiar?”, te preguntarás. La verdad es que no es del todo seguro, pero una de las pocas verdades absolutas del universo es que el conocimiento nunca estorba.
No te voy a mentir: jamás le he encontrado un uso real al cálculo integral y diferencial que tanto me costó pasar en la prepa. En cambio, mis nociones básicas de física y biología me han servido para redactar artículos de divulgación científica; los de anatomía para no paniquearme cuando me duele la panza; los de química para entender mejor la cocina (¡en serio!) y que mi desayuno no sepa tan horrible. Y, seguramente, aunque no me dé cuenta, de algo le sirvió a mi cerebro la gimnasia mental a la que lo sometí haciendo derivadas.
¿Y qué pasó con Metedología de la investigación? Que mientras mis compañeros con personalidad organizada y metódica hacían trabajos impecables y sacaban dieces, yo me arrastraba al aula y me aburría como ostra. No es que la clase fuera mala, ahí sí aplicaba el “no eres tú, soy yo”.
Pero igual me obligué a llegar, a no dormirme, a leer los libros y hacer las tareas. Y aunque hoy, años después, sigo prefiriendo el estilo libre y alocado en mis proyectos personales, si no usara de algún modo los pasos y el orden que aprendí en esas clases, estarían destinados que quedarse para siempre en un cajón.
Empecé el semestre llorando, pero salí con un decoroso 8, una sonrisa y una serie de conocimientos que podría aplicar en la vida real. Y así como a mí, tal vez tú también tengas tu materia insoportable. Pero ánimo, el conocimiento es poder y, si sabes usarlo, todo lo que hayas aprendido en la escuela te servirá para el resto de tu vida.
Tamara nació en la Ciudad de México en 1983, cuando los taxis eran vochos amarillos y en vez de YouTube había una cosa llamada "televisión". Escribe en el periódico máspormás, tiene un blog en El Universal y es reportera del programa Itinerario de Canal Once. Estuvo a punto de no terminar la prepa por culpa de su materia más odiada: Educación Física. Cuando al fin lo logró, y como no sabía a qué quería dedicarse, estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM; supuso que esa carrera le daría chance de averiguarlo sobre la marcha. La verdad es que aún no está segura de qué quiere ser "de grande", pero se ha divertido mucho en el camino.